A mediados de la década de los 70 se estrenó el primer escáner UPC (Código de Producto Universal) que dio paso al inicio de uno de los inventos más masivos de la historia contemporánea.
Para ser más precisos, fue el 26 de junio de 1974 cuando se etiquetaron 10 unidades de chicles Wingley en una tienda en Ohio (EEUU) y con ese hito comenzó a gestarse definitivamente lo que hoy conocemos como el código de barras, aunque para hacer honor a la historia ya habían antecedentes desde la década de los cuarenta.
Esta “sencilla” forma de identificación hoy se encuentra presente en casi cualquier producto que compremos, entregándonos de forma rápida y segura el precio actualizado cuando hay ofertas, mejorando los sistemas de inventario y almacenaje; diferenciando unidades en los bancos de sangre, identificando nuestras encomiendas en un courrier, como parte de algunos documentos de identidad o licencias de conducir, etc.
Aunque no lo parece a la vista, este invento cambió la forma de comerciar, en especial a los minoristas o retailers que hoy son tan grandes y poderosos como algunos estados; significó un avance sustancial en nuestra economía.
Con todo, el código de barras hoy cumple 35 años y aún no sabemos por cuánto tiempo más nos acompañará o si será reemplazado por los códigos QR o más posiblemente por las etiquetas RFID.
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